Me pica, me escuece…higiene intima mi mejor arma contra ellas

Cistitis, infección de orina, vaginitis, candidiasis, todos los días tenemos una compañera de trabajo o una amiga que nos comenta que tiene los síntomas de una de estas enfermedades o lo sufrimos por nosotras mismas pero, ¿sabemos realmente que son?, ¿es todo lo mismo?, ¿qué podemos hacer para prevenirlas?

Cistitis: escozor al orinar, dolor en la zona abdominal justo encima de la vejiga y un constante deseo de orinar.

La cistitis o infección de orina es una infección de las vías urinarias bajas o de la vejiga. Durante una cistitis se produce la inflamación de la mucosa o de toda la pared de la vejiga. Dependiendo de la evolución, los médicos diferencian entre la cistitis aguda (infección aislada), la cistitis recurrente y la cistitis la crónica.

La mayoría de las veces la cistitis está causada por bacterias, que normalmente viven en el colon, se introduce en las vías urinarias llegando a la vejiga y provocando así una infección.

Aunque la cistitis puede darse tanto en hombres como en mujeres, es mucho más frecuente en estas últimas.

Vaginitis: picor, hinchazón y enrojecimiento, con o sin flujo

La vaginitis es una inflamación de la pared mucosa de la vagina, que normalmente se acompaña de afectación vulvar, por lo que es más común hablar de vulvovaginitis.

La vaginitis es uno de los problemas ginecológicos más frecuentes: se estima que el 90% de las mujeres padece algún tipo de vaginitis a lo largo de su vida. Normalmente se debe a una causa específica, pero un 10% de los casos son de origen desconocido. Debido al intenso picor, pueden encontrarse también lesiones por rascado.

Candidiasis: flujo vaginal blanco espeso y abundante, ardor y picor en los labios y vagina, enrojecimiento e inflamación  de la piel justo por fuera de la vagina

Candida albicans es un tipo común de hongo, que a menudo se encuentra en pequeñas cantidades en la vagina, la boca, el tubo digestivo y en la piel. La mayoría de las veces, no ocasiona infección ni síntomas. La cándida y muchos otros microorganismos que normalmente viven en la vagina se mantienen mutuamente en equilibrio. Sin embargo, algunas veces, la cantidad de Candida albicans crece demasiado produciendo una infección.

Una adecuada higiene íntima es fundamental para prevención de estas afecciones y por ello te ofrecemos los siguientes consejos:

  1. Lava tu zona íntima a diario utilizando un producto específico para ello
  2. Lava tu zona vaginal desde la vulva hacia el ano para evitar contaminar la vagina con gérmenes del ano
  3. Seca muy bien tu zona intima eliminando toda la humedad
  4. Durante la menstruación cambia el tampón y la compresa con frecuencia
  5. Utiliza ropa interior de materiales naturales como el algodón y evita el uso de ropa ajustada
  6. Bebe abundante agua todos los días, así podrás prevenir la cistitis

 

Hidratación en la menopausia

¿Te hidratas la cara? ¿Y las manos? Pues cuando llega la menopausia es importante que también incluyas cuidados especiales para hidratar tu zona íntima.

 Con la bajada de los estrógenos y su efecto beneficioso, la piel y las mucosas a nivel urinario y vulvo-vaginal sufren un importante deterioro. La mucosa vaginal se vuelve más fina y disminuye su elasticidad. El espacio de entrada (introito) se estrecha y se hace menos flexible, más rígido a la penetración. Por otro lado, la disminución hormonal también provoca una menor hidratación y circulación sanguínea en la vagina. Las consecuencias de todo ello son:

  •    Dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia).
  •    Irritación, escozor y picor en la zona genital.

Existen geles vaginales a base de liposomas especialmente indicados en la sequedad vaginal. Los liposomas son pequeñas microesferas recubiertas de una capa lipídica que almacenan agua en su interior para luego liberarla lentamente. De este modo garantizan la hidratación vaginal durante un periodo de tiempo prolongado. Los liposomas también son capaces de atravesar las membranas celulares, lo que les permite hidratar las capas más profundas del tejido vaginal. Estos geles suelen llevar ácido hialurónico u otros compuestos, con potente efecto hidratante que forma una película líquida que previene la irritación cutánea (picor, escozor), lubrica y regenera las zonas de epitelio vaginal dañado.

Entre otros componentes, estos geles también pueden llevar soja, trébol rojo o lúpulo que favorecen la regeneración del epitelio vaginal por su efecto pseudohormonal. Y en algunos casos también asocian manzanilla o malva con efecto antiinflamatorio.

Por lo tanto, igual que cuidas tu rostro o tus manos, no dejes de cuidar la atrofia urogenital, causante de molestias genitales e incluso de síntomas urinarios.

Soy mujer. Ciclo menstrual

El ciclo menstrual es un proceso biológico que se produce periódicamente durante la etapa fértil de la mujer, generalmente entre los 14 y 50 años, durante el cual el cuerpo, activado por las hormonas sexuales, se  prepara para un posible embarazo.

Comienza el primer día de la menstruación y termina el día anterior al comienzo de la siguiente menstruación. Es decir, el día uno del ciclo es el día que llega el periodo, y así se van contando los días sucesivamente, hasta que llega la próxima menstruación, con la que empieza un nuevo ciclo.

Una mujer tendrá a lo largo de su vida aproximadamente 500 ciclos menstruales. La duración media del ciclo menstrual es de 25 a 35 días, aunque esto varía de una mujer a otra, y también puede variar de uno a otro ciclo en la misma mujer. La variación máxima de los intervalos inter menstruales se produce generalmente en los años que siguen a la menarquía y en los que preceden a la menopausia, cuando son más comunes los ciclos anovulatorios.

Es importante que la mujer conozca la estructura de su ciclo menstrual, sobre todo cuando está intentando concebir, ya que cualquier alteración puede ayudar a detectar tempranamente, si existiera algún problema.

El ciclo menstrual se divide desde un punto de vista endocrino en cuatro fases; la fase hemorrágica, en la que aparece el sangrado menstrual, llamado comúnmente regla o periodo; la fase folicular, la cual está caracterizada por las altas concentraciones de estrógenos; la fase ovulatoria en donde aparece un pico de hormona Luteinizante y Folículo estimulante (LH), la cual provoca el fenómeno de la ovulación; y la fase lútea o post ovulatoria, donde las concentraciones altas de progesterona preparan el organismo de la mujer para una posible implantación y posterior embarazo.

Comúnmente, cuando se habla de las fases del ciclo menstrual, se las suele resumir en dos fases:

La primera fase del ciclo, que va desde la llegada de la menstruación hasta la ovulación.

 Y la segunda fase del ciclo (también llamada lútea), que empieza después de la ovulación y se extiende hasta que vuelve la próxima menstruación. 

Mientras que la primera fase puede oscilar en su duración de ciclo a ciclo, la segunda fase tiene una duración constante.

Una segunda fase “sana” dura entre 10 y 16 días. Una duración menor a 10 días indica insuficiencia o malfuncionamiento de las hormonas u órganos que juegan un papel en esta fase.

Con el cese de la actividad hormonal, alrededor de los 50 años, aparece la pre menopausia que luego dará lugar a la menopausia, cuando ya no existe menstruación.

Es importante que controlemos nuestro ciclo menstrual, porque de ese buen control vendrá también pareja una equilibrada salud sexual que nos permitirá, en definitiva, mejor calidad de vida. 

Síndrome postvacacional

Volvemos de vacaciones a la rutina laboral diaria y descubrimos a nuestro pesar que nuestro humor se vuelve agrio, todo nos resulta pesado y desagradable produciéndonos una profunda infelicidad. ¡Con lo bien que estábamos durante las vacaciones!

 

Esto no es más que el síndrome postvacacional, que aunque no es considerado una enfermedad propiamente dicho, si es un problema que afecta cada vez a más personas. Hace unos años, prácticamente era desconocida su existencia, lo cual no quiere decir que hubiera personas que lo estuvieran padeciendo.

Es un proceso de adaptación necesario cuando se entra de nuevo en contacto con la vida laboral, que en algunos casos fracasa y puede desarrollar una depresión permanente.

¿Cómo saber si se sufre el síndrome postvacacional?

  • debilidad generalizada
  • astenia
  • insomnio
  • somnolencia a lo largo del día
  • capacidad de concentración limitada
  • baja tolerancia al trabajo: sensación de desidia y hastío
  • sensación de angustia vital que puede llevar a incapacidad de tomar cualquier decisión
  • agresividad
  • depresión
  • Las relaciones con los demás pueden deteriorarse.

Existen algunas situaciones o estados que predisponen a padecer este síndrome:

Vacaciones largas, agotadoras o durante las que no se descansa adecuadamente.

Adaptación insuficiente al ámbito laboral, presente incluso antes de las vacaciones. Falta de motivación laboral.

¿Cómo evitarlo?

  1. Programa tu regreso con tiempo: no cometas el error de regresar de tus vacaciones el día anterior a tu vuelta al trabajo.
  2. Aborda tus actividades laborales progresivamente: primero lo más urgente y lo más agradable.
  3. Respeta las horas de sueño: evita la siesta y mejora el sueño nocturno.
  4. Modera el consumo de alcohol y cafeína
  5. Haz deporte: relaja y desestresa, además de ser bueno para la salud.
  6. Corta con los pensamientos recurrentes: con una vez, basta y sobra.
  7. Organiza tu tiempo y diviértete: hay un tiempo para trabajar y un tiempo para divertirse, no sólo en vacaciones.
  8. Pon límites y aprende a decir “no”: con organización se puede hacer todo, no hace falta que se haga todo inmediatamente.
  9. Fíjate en lo positivo: en todas las cosas existe algo positivo, una sonrisa, una broma, un bonito día… sólo tienes que mirar para verlo.
  10. Ten paciencia. El síndrome postvacacional es pasajero.

Si a pesar de todo lo anterior se presenta este problema, la ayuda de un especialista puede ser muy importante. Aportará la ayuda necesaria, que en ocasiones podrá ser farmacológica, sobre todo si se presentan problemas de ansiedad o de insomnio. En otros momentos podrá ser recomendable el empleo de antidepresivos.