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Golpes de calor: síntomas y cómo evitarlos

El golpe de calor ocurre cuando el cuerpo no es capaz de enfriarse adecuadamente. La temperatura corporal puede aumentar desde 37ºC hasta 40ºC, y puede ser mortal.

Durante los períodos de calor intenso, el cuerpo debe adaptarse rápidamente a las temperaturas altas, a la humedad, e incluso a la falta de viento, lo cual empeora la situación. Los días de calor intenso obligan al cuerpo humano a un esfuerzo de adaptación para mantener la temperatura corporal normal: se suda más, nuestras venas se dilatan…

Este esfuerzo es mayor:

Durante una primera ola de calor: el cuerpo aún no está acostumbrado a las altas temperaturas.
Cuando el calor continúa durante varios días o si los días y las noches son calientes.
Cuando hay mucha humedad y no hay viento.
Cuando haya una ola de calor, esté atento a los primeros síntomas del golpe de calor: temblores, mareos, fatiga, vértigo, dolor de estómago, confusión, náuseas, etc.
La insolación (prolongación excesiva al sol) puede producirse durante una ola de calor, pero puedes prevenirlo.

¿Cómo prevenir una insolación durante una ola de calor?

• Infórmese de la previsión de temperatura y humedad a través del periódico, la televisión o Internet.
• Beba mucha agua y no espere a tener sed.
• Evite realizar esfuerzos físicos.
• Permanezca en áreas frescas y con aire acondicionado.
• No tome bebidas con alto contenido en alcohol, azúcar o cafeína ya que deshidratan.
• Si tiene que salir de casa, utilice un sombrero , que permita la aireación y que sea ligero. Intente vestir con ropa de colores claros.
• Báñese o dúchese si lo considera necesario para refrescarse.
• Cierra las cortinas y las persianas para mantener la casa fresca.
• Cúbrete adecuadamente la piel, la cabeza y los ojos con ropa, sombreros o gorros y gafas de sol. Esto te ayudará a prevenir tanto los golpes de calor como las quemaduras.
• Lleva ropa ligera que permita la transpiración, el principal mecanismo de refrigeración de nuestro cuerpo.

Recuerde que un golpe de calor requiere ayuda médica urgente. Si le atiende mientras que viene la ayuda médica, intente enfriar al enfermo y airear el lugar donde se encuentre.

Los niños pequeños y las personas mayores o con sobrepeso son los más propensos a sufrir un golpe de calor.

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Cuidados para pieles grasas y acnéicas

En todo ritual de belleza hay una serie de pasos esenciales a seguir: limpieza, tratamiento, hidratación y protección. Esta rutina es esencial para el bienestar de la piel, también es importante seguir todos los pasos del ritual a pesar de tener una piel grasa y/o acnéica, adaptando los cosméticos elegidos para el tipo de piel y no eliminando pasos para evitar “sobreengrasar” la piel.

Las personas con piel grasa tienden a lavarse sólo la cara sin aplicar cremas después, pues sienten que la piel les brilla. En muchas ocasiones en las que además hay acné, la limpieza es además excesiva, con jabones fuertes y exfoliantes, y además se suelen aplicar cremas de tratamiento para el acné en la totalidad de la piel y no sólo en el forúnculo. Nada más alejado del tratamiento correcto y saludable para una piel grasa.

La piel necesita, entre otras cosas, dos cosas esenciales: grasa y agua. Por suerte, nuestra piel sabe producir grasa gracias a las glándulas sebáceas, siendo estas las responsables de nuestro tipo de piel: la piel seca produce poca grasa, la piel mixta produce diferentes niveles de grasa según la zona de la cara y la piel grasa produce mucha grasa. Pero resulta que nuestra piel no sabe hacer agua, y que el agua que bebemos llegue en suficiente cantidad a la piel, es difícil. Además, la piel también pierde agua por el proceso de evaporación y la transpiración, con lo cual es esencial que apliquemos agua sobre nuestra piel con un vehículo adecuado para que esta pueda hidratar las capas más profundas.

Cuando lavamos una piel grasa con un jabón agresivo quitamos la grasa en profundidad además de la flora simbiótica que nos protege. La piel, desnuda y desprotegida, si no se la hidrata y protege justo después, se defiende como sabe: haciendo más grasa. Por eso una piel grasa que se lava pero no se hidrata produce más grasa, y en consecuencia, puede aparecer más acné.

El acné además va estrechamente relacionado con la flora natural de la piel, con lo cual los jabones agresivos que maten esta flora favorece el crecimiento de hongos y bacterias no saludables que irritan e infectan la piel. Por eso las pieles grasas tienen que usar jabones sin detergentes.

Los tratamientos antibióticos y a base de ácido salicílico son estupendos para el acné, pero solo aplicado en la zona del forúnculo. Estas cremas aplicadas sobre la piel no infectada, la irritan, la escuecen y la predisponen a la infección. Con lo cual hay que ser cautelosos a la hora de aplicarlas.

En resumen, para que una piel grasa con tendencia a acnéica luzca libre de brillo e imperfecciones, es esencial seguir los siguientes pasos y en este orden: limpieza adecuada con jabones sin detergentes, tratamiento puntual de las imperfecciones e hidratación de la totalidad de la cara con una crema hidratante específica para pieles grasas.

La hidratación a diario es fundamental para tener una piel saludable

En la rutina diaria de la higiene todo el mundo tiene muy bien asumido que lavarse es esencial. La hidratación en cambio no está tan asumido en la sociedad a pesar de ser un pilar esencial en la salud de la piel. A pesar de ello, algunas rutinas de hidratación son bien asumidas por la población más preocupada por el bienestar de su piel pero otras son totalmente olvidadas o consideradas que no necesitan hidratación, nada más opuesto a la realidad.

Las costumbres en hidratación también varían mucho entre sexo y entre edades. Los hombres tienden a hidratarse más bien poco el cuerpo, y sólo aplicarse cremas donde la piel está dañada. A los bebés se les suele hidratar a diario, pero pasados los dos años, la costumbre de hidratar después del baño va desapareciendo paulatinamente.

El cuerpo humano está compuesto por un 70% de agua, y como seres acuosos que somos, todas las partes de nuestro cuerpo necesitan hidratación. Las partes más hidratadas son las manos, los labios, los pies, la cara y el pelo. El cuerpo en general también es una zona que se tiene muy presente en la rutina de hidratación. Pero otras zonas como las axilas, la zona íntima, las orejas, los ojos y el interior de la nariz son totalmente olvidados de nuestra rutina diaria.

La hidratación de la zona íntima no es algo que se entienda fácilmente. En el hombre, se ha visto que la hidratación de la piel del pene y los testículos ayuda a mantener la turgencia que se pierde con la edad. En la mujer, los cambios hormonales producen sequedad vaginal que se traducen muchas veces en molestias, que se confunden a menudo con infección, pero que se solucionan fácilmente aplicando un gel íntimo hidratante.

En la hidratación de la cara, se tiene muy claro el óvalo facial, el contorno de los ojos e incluso el cuello y escote, pero se suele olvidar las orejas, incluso cuando se aplica un protector solar. Es muy clásica la quemadura solar de las orejas en los esquiadores, con lo cual no debemos olvidarnos de ellas.

La sequedad ocular es algo que afecta cada día a más personas. El uso de lentillas, estar muchas horas mirando una pantalla de ordenador, entre otras causas, afectan mucho sobre la producción de lágrimas. Las molestias como pesadez de ojos, sensación de arenilla, ojo rojo, frecuentemente no son signos de una infección sino de falta de hidratación. Aplicar a diario en los ojos gotas hidratantes, incluso a modo preventivo, alargará la vida de nuestros ojos retrasando complicaciones que aparecen con la edad.

En los climas secos de interior, la sequedad en las fosas nasales está al orden del día. Irritación, mucosidad seca y costras, incluso heridas y sangrado nasal pueden solucionarse tan fácilmente como aplicando una pomada endonasal hidratante a diario.

Y por supuesto, no hay que olvidar que una hidratación externa no sirve de nada sin una hidratación interna. Beber dos litros de agua al día son esenciales para mantener la hidratación de todo nuestro organismo.