La diabetes es una enfermedad crónica que se origina porque el páncreas no sintetiza la cantidad de insulina que el cuerpo humano necesita, la elabora de una calidad inferior o no es capaz de utilizarla con eficacia.
La principal función de la insulina es el mantenimiento de los valores adecuados de glucosa en sangre. Permite que la glucosa entre en el organismo y sea transportada al interior de las células, en donde se transforma en energía para que funcionen los músculos y los tejidos. Además, ayuda a que las células almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria.
En las personas con diabetes hay un exceso de glucosa en sangre (hiperglucemia) ya que no se distribuye de la forma adecuada. Los especialistas advierten que, si los pacientes no siguen el tratamiento adecuado, los tejidos pueden acabar dañados y se pueden producir complicaciones muy graves en el organismo.
Hay estudios que confirman la asociación entre diabetes, obesidad e hipertensión arterial y la importancia de la actividad física como método de prevención. Estos estudios señalan que un 6 por ciento de las personas con diabetes tipo 2 desconoce que sufre esta enfermedad. De hecho, se estima que puede llegar a afectar hasta el 25-30 por ciento de la población anciana.
El momento de aparición de la enfermedad, así como las causas y síntomas que presentan los pacientes, dependen del tipo de diabetes, en la diabetes tipo 2 surge generalmente en edades más avanzadas. Por regla general, la diabetes tipo 2 también está diagnosticada o la han padecido otras personas de la familia.
Entre los principales síntomas de la diabetes tenemos:
- Frecuencia en orinar (fenómeno de la cama mojada en los niños).
- Sensación de hambre inusual.
- Sed excesiva.
- Debilidad y cansancio.
- Pérdida de peso.
- Irritabilidad y cambios del estado de ánimo.
- Sensación de malestar en el estómago y vómitos.
- Vista nublada.
- Cortaduras y rasguños que no se curan, o se curan lentamente.
- Picazón o entumecimiento en las manos o los pies.
- Infecciones recurrentes en la piel, la encía o la vejiga (cistitis).
- Elevados niveles de glucosa en la sangre y en la orina.
La actividad física y la pérdida de peso previenen el desarrollo de diabetes en personas con predisposición a ésta, incluso en aquellas que ya presenten algún grado de alteración de la tolerancia a la glucosa (o prediabetes). Además, se demuestra que la dieta mediterránea previene la enfermedad cardiovascular por lo que debería ser la dieta de elección.
Además, desde la Federación Internacional de Diabetes insisten que en el caso de la diabetes tipo 2 aunque puede aparecer a cualquier edad, es habitual que comience en la edad adulta, después de los 40 años aunque hoy en día se está produciendo un aumento en jóvenes y niños.
Se caracteriza por la resistencia a la insulina y usualmente se asocia a un déficit relativo de producción de esta hormona por el páncreas. La obesidad está presente en el 80 por ciento de los pacientes.
El riesgo de desarrollar esta forma de diabetes aumenta con la edad, el peso y la falta de actividad física. Es más frecuente en mujeres con antecedentes de diabetes gestacional y en individuos con hipertensión o trastornos en el metabolismo de la grasas.
Los pacientes no precisan insulina, aunque pueden requerirla para conseguir controlar el nivel de glucosa.
El diagnóstico de la diabetes se produce cuando el paciente tiene valores anormalmente elevados de glucosa en la sangre. Este análisis se suele controlar y medir durante un examen anual de rutina o en una exploración clínica.
El diagnóstico de la diabetes se realiza a través de una analítica de sangre. En ellas la Hemoglobina glicosilada es mayor o igual de 6,5 por ciento y la Glucemia basal en ayunas mayor o igual a 126 mg/dl o glucemia a las 2 horas de una prueba de tolerancia oral a la glucosa con 75 gr de glucosa mayor o igual a 200 mg/dl.
Todas ellas deben repetirse en dos ocasiones, salvo cuando existan signos inequívocos de diabetes.
Si estos valores nos dieran que somos diabéticos o que estamos entrando en una prediabetes el tratamiento, y los buenos hábitos deben ser nuestra primera prioridad, porque las consecuencias para nuestro organismo pueden ser importantes.