El caprichoso Colesterol
El colesterol es una grasa de la cual todos hemos escuchado hablar pero con sólo mencionar su nombre, se siente desconfianza por todos los efectos nocivos que puede ocasionar sobre el organismo. ¿POR QUÉ SERÁ?
¿Qué es el colesterol?
El colesterol es una sustancia grasa natural presente en todas las células del cuerpo humano necesaria para el normal funcionamiento del organismo. La mayor parte del colesterol se produce en el hígado, aunque también se obtiene a través de algunos alimentos.
Definamos su función:
- Interviene en la formación de ácidos biliares, vitales para la digestión de las grasas.
- Los rayos solares lo transforman en vitamina D para proteger la piel de agentes químicos y evitar la deshidratación.
- A partir de él se forman ciertas hormonas, como las sexuales y las tiroideas.
Hay dos tipos de colesterol, el de baja densidad (LDL) que transporta el colesterol desde el hígado a todas las células del organismo, y el de alta densidad (HDL) que recoge el no utilizado.
Por eso hablamos del colesterol malo (LDL) y del bueno (HDL), y hay cinco factores principales que están vinculados con las probabilidades de aumento hacia altos niveles de LDL; estos son la edad del individuo, el peso, la actividad física, la dieta y los antecedentes familiares.
Como vemos uno de los factores es la dieta y en ese punto hay que hacer mucho hincapié si queremos regular nuestro colesterol. Tenemos alimentos que son mejores con el fin de aumentar el colesterol bueno y disminuir el colesterol malo, sobre todo los de origen vegetal.
Por el contrario las carnes tienen alto contenido graso, las aves si se comen con piel, huevos, mantequilla… etc. aumentarán el colesterol malo responsable de la posible formación de placas ateromatosas.
Existen además productos que nos ayudan a mejorar esos niveles de colesterol, uno de ellos es OMEGAFORT COLESTEROL con esteroles vegetales, que unido a un ejercicio moderado, y a esa alimentación adecuada nos servirá para que el colesterol deje de ser ese eterno caprichoso que nunca sabemos cómo combatir.
Hemos vuelto de vacaciones y empezado la rutina de trabajos, colegios y de más actividades; además los cambios estacionales, en concreto el otoño y la primavera nos hacen sentir saturados y sometidos a una gran tensión física y psicológica. 
