Mala circulación, la cruz del verano

Las arterias llevan la sangre con oxigeno y nutrientes a cualquier célula de nuestro cuerpo, mientras que las venas realizan la función opuesta: recogen de las células la sangre con CO2 y otras sustancias que eliminar. Como puede entenderse fácilmente, las venas lo tienen bastante difícil para “subir” la sangre desde las zonas tan alejadas del corazón, como son los pies, yendo en contra de la fuerza de la gravedad. Nuestro cuerpo es sabio, y las venas vencen esta dificultad creando una serie de compuertas, válvulas venosas,  que se van cerrando a medida que va subiendo la sangre, y la impulsan con cada cierre hacia arriba.

El funcionamiento de estas válvulas se favorece contrayendo la musculatura de la pierna, es decir, corriendo, saltando o simplemente andando. Por otro lado posturas estáticas, como estar de pie e inmóvil, o largas horas sentado, la sangre se acumula en los tobillos, se hinchan, se calientan y pesan mucho. Además algunas personas, tienen una predisposición mayor a sufrir un “cierre incorrecto de las válvulas”, apareciendo las denominadas varices, que son ensanchamientos de las venos debido a acúmulos repetitivos de sangre en las válvulas.

Las varices aparecen con más frecuencia en mujeres y de forma superficial en las piernas, visualizándose con venas o “arañas vasculares” o incluso de forma grande y visible. Pero las varices, aunque de forma menos frecuente, también pueden aparecer en zonas no tan visibles. Las denominadas varices internas, más frecuentes en hombres, tienen en mismo principio, pero en zonas más internas de la pierna, por lo que no son visibles a simple vista, pero suelen ser extremadamente dolorosas y pueden conllevar otros problemas más graves. Una variante frecuente de las varices son las hemorroides, dónde las venas que se venas afectadas son las que rodean el ano y recto. Existen también otros casos de varices (varices esofágicas, cardiacas, etc.) mucho menos frecuentes y con componente hereditario.

¿Y qué podemos hacer?

  • Evitar inmovilaciones prolongadas
  • Utilizar geles o emulsiones fluidas con extractos vegetales tonificantes (hamamelis, castaño de indias, meliloto…) que enfrían las piernas.
  • Tomar algún complemento nutricional que ayude a eliminar líquidos y/o active la circulación.
  • Darse duchas de agua fría en las piernas desde el tobillo hacia las rodillas
  • Permitirse con cierta asiduidad una sesión de masaje circulatorio
  • Usar medias o calcetines de compresión
  • En los momentos de descanso poner las piernas en alto

 

 

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